jueves, 24 de febrero de 2011

Alas

Le iban a salir alas. Estaba segura. Cuando estaba sentado, yo solía juguetear con sus clavículas, que eran mucho más marcadas de lo habitual. La primera vez que lo tuve encima de mí me pasé casi todo el rato sin enterarme de lo que me estaba diciendo, porque estaba demasiado concentrada acariciándole los omoplatos. Cuando se apoyaba en los brazos, los omoplatos sobresalían monstruosamente, dando la sensación de que eran los muñones de unas alas que seguramente habría cambiado por la posibilidad de tener sexo. Pobres ángeles. Todo el mundo los envidia porque tienen alas, y nadie se da cuenta de que si pudieran, las cambiarían por poder hacer el amor sólo una vez. Volar no es para tanto, podemos llegar al cielo con aviones, con aladeltas, con helicópteros, con globos. Podemos desplazarnos andando, en coche, en bici, en tren, porque, total, en el cielo seguramente tampoco hay nada especial que ver. Pero no podemos sustituir los atracones de carne por nada. Da igual que nos guste comer o dormir, que disfrutemos con la mera compañía de alguien, que nos resulten placenteras las caricias o que sintamos grandes descargas hormonales practicando algún deporte o corriendo riesgos.

Un revolcón es un revolcón.

1 comentario:

  1. Me encanta! No sabía que tenías blog también.

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